Una niña de no más de 15 años con los ojos rojos, hinchados y lagrimeantes llama a su casa y le pregunta a su hermano con voz temblorosa y pánico contenido: ¿cómo llego a la casa, en dónde tomo la camioneta? Se ve desconcertada... se sabe desamparada. A cincuenta metros siguen sonando las descargas de gases lacrimógenos que la hacen llorar y sentir ardor en garganta y nariz; es estudiante del magisterio y a menos de una cuadra sus compañeras del INCA y el Belén se protegen ojos y narices con suéteres del uniforme: la policía las ha atacado. Llega gente que les deja botellitas de vinagre compradas en las tiendas de la zona 9 a dos quetzales con cincuenta centavos: la cultura de las protestas populares y de la represión estatal con gas y golpes está en la memoria reciente de la población.
La necedad del Ministerio de Educación de imponer un cambio en la carrera del magisterio ha llegado muy lejos. La oposición estudiantil de los institutos normales tiene sustento sólido al cuestionar el alargamiento del tiempo de estudio para el ejercicio docente, los nuevos contenidos alienantes y el proceso forzado de su aprobación.
En una entrevista radial le preguntaron a un analista si él creía adecuado que en cada cambio que el Ministerio quisiera hacer, debía consultarse a los estudiantes, agregando que si se quisiera cambiar el pensum de primaria, era ilógico ir a hablar con los niños de siete y ocho años sobre las reformas. El analista evadió la pregunta. En lo personal considero que sí; si se van a hacer cambios estratégicos en cualquier nivel de educación es fundamental escuchar a los padres de familia pero también a las y los estudiantes. En el caso de primaria, los pequeños nos sorprenderán con ideas de querer ser astronautas, cantantes, pintoras o vendedores callejeros de naranjas; en estas respuestas están los sueños, todos legítimos, de nuestro futuro. Son voces válidas y autorizadas, como las de los jóvenes que recientemente fueron atacados de forma imbécil por la policía en el Parque de la Industria.
En esta reforma a la carrera magisterial están en juego los contenidos y enfoques de la educación del magisterio: actualmente hay una carga importante de formación humanística que quiere destruirse para propiciar una educación productivista a ultranza.
Pero también en el fondo hay una estrategia de desmovilización social. No muy lejos está aquella portada de diario El Periódico de 2006 en donde Calixto, dirigente estudiantil, desafiaba con un megáfono al ex presidente Berger durante un acto en el parque central. La movilización normalista es bastión de pensamiento progresista en la juventud guatemalteca. Alargando la carrera magisterial a cinco años, se limita de facto el ingreso a los estudiantes de familias con menores ingresos económicos. Y no hace falta ser muy sabio para conocer que la extracción de clase de los patojos y patojas que llegan a los institutos normales los hace percibir la realidad social desde un punto de vista de clase obrera, trabajadora. Esto forma su conciencia social y forja su determinación de arriesgar no sólo el año de estudios sino su futuro a cambio del futuro de los que vienen atrás.
Hoy la represión estatal sobre los adolescentes estudiantes se justifica en los medios de comunicación alegando que la Ministra estaba retenida por la fuerza. Los estudiantes y padres de familia en el Parque de la Industria estaban armados sólo con sus ideas y propuestas de solución, pero los policías llegaron armados hasta los dientes: macanas levantadas, patadas tipo Bruce Lee a diestra y siniestra y decenas de bombas lacrimógenas.
Tanto policía para “rescatar” a una ministra incompetente sin capacidad de diálogo, demuestra un despliegue innecesario y bruto de recursos estatales. A los patojos y patojas normalistas el pasado antimotín se les tira encima con dientes afilados. Ellos y ellas estilan dignidad. Tres puntos son evidentes: la crisis ideológica del modelo educativo, la ausencia de consensos y la imposición por la fuerza.
¡La represión está presente!... ¡La resistencia también!
Es la carrera de magisterio la única opción para los patojos?? Que entren los que por vocación quieran, para los demás está el bachillerato u otras técnicas..
ResponderEliminarexcelente articulo y estoy totalmente de acuerdo con usted, le aplaudo su opinión ya que la mayoría se guía solamente por lo que mira en la televisión y ya sabemos que los medio de comunicación nos están desinformando.
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