La escritura es un ejercicio básico para canalizar la expresión de los fantasmas, los demonios, las soledades y las alegrías que todos llevamos dentro. Algunos escritores plantean que es como exorcizarse, auto limpiarse, curar en salud los padecimientos de la mente, el cuerpo y el espíritu. Escribir efectivamente es una autoterapia, pero no siempre el resultado es el exorcismo de nuestros fantasmas íntimos, incluso, muchas veces el resultado de la escritura los revive y alimenta. Afortunadamente.
Y en el caso del poemario Versos Perversos de Vanessa Ramos, es seguro que el efecto curativo no es ni principio ni fin de sus letras. Más bien en el caso de la autora, los fantasmas y chamucos que se expresan, nunca son reprimidos, ni en la vida ni en las letras. La concreción de éstos en los versos perversos es sólo una faceta más de su existencia, misma que se potencia al momento de que Vanessa los siente y fluyen directamente de la sangre espesa a la tinta negra sobre el papel. Las pasiones, sentimientos, sensaciones y pensamientos plasmados en los versos perversos son la sala de juegos en donde los diablillos y fantasmas de Vanessa, se abrazan, beben licor, hacen el amor y procrean cuervos. Vanessa aparece acá como madre abuela de cuervos.
Los versos son intempestivos de principio a fin, vienen de las entrañas, alimentados también por esos demonios instalados al otro lado de la puerta de la casa, justo en la acera de enfrente, tirados en la banqueta, harapientos, hambrientos, vomitados, muertos. Y entonces explotan también horrorizados y enfadados por la realidad que los ojos de la autora ven en este país absurdo, deshumanizado y deshumanizante. Crítica libre y certera de mujer, en este terruño “cubierto de olvido, sentenciado a soñar la justicia.”
El poemario fue editado por Alambique y presentado en el Gran Hotel de Ciudad de Guatemala y en Casa Noj en Quetzaltenango, en meses pasados. Hay todo un movimiento literario caminando en ambas ciudades y es una fortuna que surjan, vivitos y coleando, escritos como los Versos Pervesos.
aLGUNOS vERSOS pERVERSOS de Vanessa Ramos
MAMA DE CUERVOS
Puedes, sin duda alguna,
soñar cada noche, lamiéndote los bigotes
con mi dolor y mi angustia, eclipsada,
mientras en tu laboriosa acción
crías cuervos y te recuestas
feliz.
Tus cuervos ya tienen hambre
poesía y canto,
y solos van descubriéndote los ojos…
seguro será su primer suculento manjar.
Hasta entonces,
nada puedes aunque sueñes que quieres,
tu odio solo te ha carcomido los pies
que buscas incesantemente
desde la oscuridad.
Hasta entonces,
allá te veo.
NO
La cordura me ha carcomido
el viento entre los dedos,
demasiada sobriedad la de mis ojos,
los callos por la servidumbre
me estan atolondrando la boca…
opacidad cavernaria
la de mi sentido más común,
que sentido.
Evolucioné a mediocre civilizada
una espécimen asociada al silencio
y a la organización por rebaño,
a la obediencia y al aburrimiento,
ambas nauseabundas pero necesarias normas
para no desentonar en el concierto.
Morí hace un siglo en medio de tu abusiva baba
y tu llanto etílico y efímero que abrazaba mi vientre…
cómo pasa el tiempo y yo con tanta hambre.
Me la sacudo de los brazos,
pero la llevo siempre encima,
es mi accesorio perpetuo: insatisfacción.
Será que el abrazo no tiene precio,
ni la flor, ni la canción, ni el poema
por eso anda un vestigio de mí que asoma su rostro
a las calles, inventando la risa...
Así somos todos los demonios de por aquí
de este tercermundismo apropiado y funcional...
ver: no permitido
ser: un atentado egoísta
sentir: para qué?
pedir la vida... ni pensarlo!
POBREZA
Hambre!!!!! tengo hambre!!!!!
sed en la sangre
furor en la ternura
de lo blando y lo sublime.
Nos gusta el precipicio de la distancia,
el vértigo de azotar lo transparente
mutilándonos los brazos,
para concluir objetivamente
en lo inútil que es trascender
en un abrazo.
Preferimos morir así
llenos de nosotros mismos,
vacíos de los demás.
La lluvia se llevó toda el hambre de la tierra,
nos dejó una arenilla imprudente ardiendo
entre los dedos.
Ayer fue ceniza,
hoy una caótica tumba
enfocada en el centro de la humanidad,
como tributo de la estupidez
con posdata especial
para el olvido.
Así nos quedan los ojos
entre lamentos idiotas,
entre lágrimas de mentiras
sin escribir,
sin mover un dedo,
sin proferir poesía.
No tengo miedo,
siempre hemos muerto de hambre.